

Veo mi foto en el pódium y me pregunto ¿que hago ahí?
Entonces empiezo a recordar.
recuerdo a Chatín animarme en cada paso por boxes, a Pipe recibirme en velilla con cariño, recuerdo esa misma mañana llamar al organizador pidiéndole que me admitiera en la carrera fuera de plazo y a Kiko diciéndome que disfrutara de mi primer triatlón. Recuerdo calentar con Alma y como se reía el público al verme sin neopreno, seguramente fue divertido verme la cara cuando me metí al Carrión helado en tanga de leopardo azul.
Recuerdo la trankila carrera de 4km por el pueblo bromeando con las teenagers cuando ya no tenia fácil mejorar mi posición y difícil perderla. Disfrutaba, como me aconsejo Kiko, sobre todo cuando le adelante con la bici. Y luego a otro y a otro. Tres pedaladas y otro más. Estaba perplejo de mi propia potencia, quería más, siempre más. En pié sobre mi caballo agitándolo de lado a lado, me sentía poderoso moviendo desarrollos imposibles. Todo iba muy rápido, no tenía tiempo para pensar. Los acontecimientos se sucedían como en una peli de Alfonso Cuaron, tan solo unos minutos antes había salido del agua el último del pelotón, aterido de frio, con algas enredadas entre las manos y lodo hasta los tobillos.
También recuerdo el trato atento de la organización y que me fui a la francesa perdiéndome la comilona. Me esperaba la tribu en Aguilar y tenía ganas de contarles la aventura.
Entonces empiezo a recordar.
recuerdo a Chatín animarme en cada paso por boxes, a Pipe recibirme en velilla con cariño, recuerdo esa misma mañana llamar al organizador pidiéndole que me admitiera en la carrera fuera de plazo y a Kiko diciéndome que disfrutara de mi primer triatlón. Recuerdo calentar con Alma y como se reía el público al verme sin neopreno, seguramente fue divertido verme la cara cuando me metí al Carrión helado en tanga de leopardo azul.
Recuerdo la trankila carrera de 4km por el pueblo bromeando con las teenagers cuando ya no tenia fácil mejorar mi posición y difícil perderla. Disfrutaba, como me aconsejo Kiko, sobre todo cuando le adelante con la bici. Y luego a otro y a otro. Tres pedaladas y otro más. Estaba perplejo de mi propia potencia, quería más, siempre más. En pié sobre mi caballo agitándolo de lado a lado, me sentía poderoso moviendo desarrollos imposibles. Todo iba muy rápido, no tenía tiempo para pensar. Los acontecimientos se sucedían como en una peli de Alfonso Cuaron, tan solo unos minutos antes había salido del agua el último del pelotón, aterido de frio, con algas enredadas entre las manos y lodo hasta los tobillos.
También recuerdo el trato atento de la organización y que me fui a la francesa perdiéndome la comilona. Me esperaba la tribu en Aguilar y tenía ganas de contarles la aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario